Hoy la soja es el cultivo de mayor importancia a nivel mundial, y sus derivados son la principal fuente de ingresos para la Argentina.

Cuando se inició su siembra, a fines de la década del ’60, se cosechaban 10 mil toneladas: hoy suman más de 38 millones. Sólo en los últimos 10 años su producción aumentó en 270%.

Por eso a simple vista parece razonable cuando nos dicen que la soja trae más desarrollo, trabajo y más riqueza.

Pero:

¿Qué tipo de desarrollo busca este modelo de producción?

La riqueza y el trabajo, ¿para quiénes son?

¿Qué consecuencias tiene para nuestro medio ambiente y nuestra salud?

¿Cuál es el costo que pagamos la gran mayoría de los argentinos con la sojización?

¡NO TODO LO QUE BRILLA ES ORO!

La Tierra y la Riqueza siguen en pocas Manos...

- Más de 22,4 millones de hectáreas del territorio nacional están ocupadas en monocultivos de cereales y oleaginosas. Esto equivale a más del doble de la superficie de la provincia de Santa Fe. Una extensión casi en su totalidad dedicada a producir alimentos para la exportación, y no para satisfacer las necesidades alimentarias de los argentinos.

- Nuestra economía se mueve en función de países extranjeros y crece nuestra dependencia de los capitales externos. Mientras en 1992 los aportes foráneos a nuestro producto interno significaban sólo un 7,7%, en 2002 alcanzaban un 31%, en una tendencia creciente y sostenida a lo largo de toda la década.

- El 10% de las explotaciones agropecuarias más grandes del país concentran el 78% del total de hectáreas registradas. En tanto que el 60% de las explotaciones más pequeñas no llegan a reunir un 5% de las mismas.

- Mientras menos de mil personas o grupos económicos poseen un promedio de 35 mil hectáreas cada uno, hay 137 mil agricultores a quienes sólo les tocan 16 hectáreas cada uno, y deben intentar producir en extensiones que no alcanzan la mínima unidad de escala en varios lugares del país.

Un Campo sin Campesinos

- Casi el 40% de poblados rurales están en riesgo de desaparecer. En estas poblaciones viven cerca de 300 mil habitantes. Hay más de 120 pueblitos o parajes que prácticamente no han crecido en los últimos 10 años, y 90 de ellos ya no figuran en los últimos censos. La razón: la actividad económica que les dio vida ya no existe.

- En 10 años desaparecieron 160 mil pequeños emprendimientos agropecuarios. Campesinos y pueblos originarios son obligados a desalojar sus campos, en esta carrera por acumular más y más tierras para el monocultivo. En Santiago del Estero, Formosa y el norte de Santa Fe hay denuncias de secuestro, tortura y hasta muerte de campesinos por esta causa.

No es un problema del Campo: Nos afecta a Todos

- La frontera agrícola se expande, empujada por los intereses de las empresas, y prácticamente sin controles del Estado. Cientos de miles de familias rurales hoy pueblan las villas miserias. El llamado conurbano bonaerense ya tiene 16 millones de habitantes, entre los cuales crece la pobreza, el desempleo y la dependencia de los subsidios sociales.

- Nuestra soberanía alimentaria está en peligro: casi el 90 % de la tierra en nuestro país está dedicada al monocultivo de exportación, y no a satisfacer nuestras necesidades alimentarias. Fueron desplazados la lechería, el cultivo de maíz, trigo, lenteja, montes frutales y otros alimentos consumidos por los argentinos. Estamos perdiendo la capacidad de asegurar nuestra alimentación y de decidir qué alimentos queremos consumir, qué producir, dónde vender. Así, nos convertimos en “un pueblo esclavo, dependiente”.

Hambre y Pobreza para los Argentinos

- Más de 4 millones y medio de argentinos están desempleados. Mientras, la industria de la soja genera sólo un puesto de trabajo por cada 500 hectáreas sembradas.

- Argentina produce la mayor tasa de alimentos por habitante del mundo: en promedio unos 3 mil 500 kilos por habitante cada año. Sin embargo, entre 1990 y 2003, cerca de 450 mil compatriotas murieron por causas vinculadas al hambre.

- De cada 100 argentinos, unos 27 viven bajo la línea de pobreza, y no pueden cubrir sus necesidades alimenticias básicas. En el noroeste y en el noreste argentino esta cifra supera el 40%. Son las mismas provincias que en los últimos 15 años registraron un notable avance de la frontera agropecuaria por los monocultivos.

A largo plazo: Un Desierto

- Cada hora se talan montes en una superficie que equivale a 40 canchas de fútbol. En Santiago del Estero fueron arrasadas más de 300 mil hectáreas de bosque, en Salta casi 200 mil y en Chaco cerca de 120 mil (1998 – 2002).

- De continuar esta tendencia impuesta por la expansión de la frontera agropecuaria, en 10 años el 70% del suelo argentino quedará desértico, según afirmaciones de autoridades del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).

Eso que nos envenena cada día

- En la campaña 2004 – 2005, la superficie sembrada con soja aumento en un 140%. Mientras el negocio crece, crece también el uso a gran escala de tóxicos agrícolas que envenenan nuestras aguas superficiales y subterráneas, erosionan nuestro suelo y contaminan nuestro aire.
- En una campaña sojera se distribuyen 120 millones de litros de glifosato – sustancia cancerígena que compone, junto a otros tóxicos, los plaguicidas que se utilizan en estos cultivos-. Esto quiere decir que las personas que habitan zonas vecinas a estos campos están expuestas a una cantidad aproximada de 15 litros de agrotóxico cada una.

- Un avión fumigador expande en el aire su veneno un kilómetro a la redonda del campo sembrado. Esto está enfermando y matando gran cantidad de personas, como pasó en el Barrio Ituzangó (Córdoba), Loma Sené (Formosa) y otras localidades del litoral. Cáncer, infecciones respiratorias, nacimientos con malformaciones y abortos espontáneos, son sólo algunas de las consecuencias.

Biocombustibles, el patio trasero del primer mundo

- Mientras los europeos mantendrán su estilo de vida basado en la cultura del automóvil, los países del sur tendremos cada vez menos tierra para sembrar alimentos. Por lo mismo perderemos nuestra soberanía alimentaria y tendremos que basar nuestra alimentación en comida importada… posiblemente de Europa.

- El vertiginoso aumento de la producción de biocombustibles elevará los precios de cereales y oleaginosas como el maíz, trigo, girasol y colza, hasta en un 76% para el año 2020. Por su precio, muchas personas no podrán conseguir estos productos. En el mundo, cada vez que el precio real de los alimentos sube un 1%, se pone en riesgo la soberanía alimentaria de 16 millones de personas.

- Dicen que el biodiésel contribuirá a disminuir los gases que contaminan nuestro ambiente. Lo cierto es que cada litro de biodiésel que se produce utiliza en su proceso casi dos veces esta cantidad en gasoil y fertilizantes de alto contenido tóxico.